«Yo soy tú» [Aventuras bajo una farola en París – Parte 1]

Hola!

Estuve tras ella toda la noche. Las calles de París estaban ya nevadas. Pregunté en un bar, luego en otro. Pregunté hasta a un cura que por allí pasaba, y nadie la conocía.

Aquella tarde la vi en la cafetería de la biblioteca. Era bella sin más adjetivos.

Desolado por no tener éxito en mi querer por encontrarla y conocerla, me senté bajo una farola, en medio de una larga avenida repleta de árboles, cuando de pronto, un flequillo despeinado que subía a un bus, llamó mi atención: era ella.

Corrí con todas mis fuerzas hasta aquellas puertas que se cerraban y que ya rodaban calle arriba. Sin dudarlo, cogí mi bici y me puse a pedalear tras el nocturno bus. Ella me vio desde el cristal de atrás, y continuaba sonriéndome como entre las estanterías de la biblioteca. En una cuesta con demasiada pendiente, como en la vida misma, perdí al auto de vista.

Como siempre, no quise dejar de intentarlo. Y en la soledad de la noche, la calle se convirtió en carretera y la carretera me llevó a las afueras de la ciudad. Y allí, a lo lejos volví a ver el bus, del que descendía ella y se encaminaba hacia su casa, mientras seguía mirándome en su horizonte y me saludaba sonriendo.

Cuando llegué, ya había entrado. Era una bella casa, cerca de un lago hermoso de aguas cristalinas. Me preparé tanto como pude, recuperé el aliento y me acerqué decidido hasta que el tocar de mis dedos con la madera, llamó a la puerta.

Toc, toc, toc…

Nadie respondió…

Toc, toc, toc… volvieron a sonar nerviosos mis dedos contra la insistente puerta… y esta vez, se escuchó una voz expectante más allá del portal:

– ¿Quién llama? ¿Quién es?

A lo que yo, impaciente, respondí:

– Soy yo…

– Entonces vete… – Dijo la voz de la chica sin abrir.

Me quedé tan inmóvil como entristecido. Sin pensarlo mucho, volví a llamar:

– ¿Quién llama? ¿Quién es? – Volvió a decir la voz de aquella muchacha.

– Soy yo. – Respondí esperanzado.

– Entonces vete, no me interesa tu visita. – Sentenció ella.

Cabizbajo y entristecido, sin entender nada, me senté al otro lado de la calle. No lo entendía, me había estado sonriendo. Había dejado que la siguiese. ¿Quizá había estado jugando conmigo?

Y andaba yo con estas cavilaciones, cuando un buen amigo, al cual ya hacía tiempo que no veía, el de los gin-tonics, me susurró algo al oído, a la vez que un suspiró conmovió todo mi cuerpo.

Rápidamente, me levanté y fui hasta la puerta, volví a llamar y esperé:

– ¿Quién es? ¿Quién llama? – Dijo la chica del flequillo…

A lo que yo respondí:

– Soy tú…

Y la puerta se abrió.

Santi

off topic

  • ¿Qué esperamos cuando nos acercamos a alguien? ¿Qué nos acerca a las personas que nos rodean? ¿Qué nos une a todos?
  • El de los gin-tonics me dijo que la empatía no es más que sentir lo que el otro siente y convertirse un poco más en el otro.
  • No hay manera más amorosa de acercarnos al otro, que sentir con sus ojos, con sus manos y con su corazón; no de palabra, sino de verdad.
  • Haz que el otro sea en ti.

2 comentarios en “«Yo soy tú» [Aventuras bajo una farola en París – Parte 1]”

  1. Què bonic! em recorda la història que ens vas explicar el dia que vas veure a aquella noia al museu, a París.

  2. Muy bonito!
    a mi también me recuerda algo…

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