En busca del Oso – Capítulo V: «Cuando suenan las campanas a media noche»

En toda historia y en todo proyecto hay siempre una primera noche.

Ya llevaba muchas horas conduciendo y era muy tarde, cuando llegué a un precioso pueblecito en la comarca del Pallars, a 5 kilómetros de Sort. Es uno de aquellos lugares que figura en pocos mapas, donde no hay cobertura para el teléfono y donde la naturaleza y el hombre hacen las paces por su cercanía y respeto.

Así que aparqué en la misma carretera, bajé del coche y comprobé que hacía un frío intenso. La noche abierta y repletísima de estrellas endulzaba la sensación helada a las 12 de la noche, en pleno pirineo a más de 900 metros de altitud. Sin pensarlo mucho, cogí mis cosas y corrí veloz adentrándome en aquel antiguo poblado de pastores. Fui corriendo hasta la minúscula plaza, donde estaba mi anhelado refugio, donde me suelo esconder de la rapidez urbana barcelonesa.

No había ni una sola luz encendida en ninguna de las ventanas del pueblo. Todo era oscuridad alumbrada por una solemne luna. Abrí la puerta a prisa, pues el frío me helaba las manos. Así que entré y pude encender la luz, tuve una sensación de “estar en casa”, y de tranquilidad deseada, de aquellas que te alegran la llegada.

Fui abriendo las ventanas de todo el apartamento para que entrase al amanecer toda la luz que quisiera entrar. Había que estar preparado por si el sol salía al día siguiente y poderlo recibir como se merece. Una ducha caliente, un colacao con pijama y sofá y un buen libro, acariciaron los últimos momentos antes de ir a mi habitación a descansar.

Antes, cogí un mapa y tracé la ruta de la búsqueda del día siguiente. Debía de ser un itinerario que me llevase hasta mi apreciado amigo plantígrado. Ya había señalado los lugares, los caminos, los horarios, cuando pensé que ya era hora de meterme entre las sábanas de mi cama y dejar que llegase un nuevo día.

Ya tenía la luz de la mesita apagada y la almohada prestaba sitio a mis mejillas cuando me entregué al crepúsculo del sueño que se cernía sobre mí. El silencio de la frondosa noche pirenaica no dejaba oír más que el sigilo del sueño que se iba acercando.

Sin embargo, cuando estaba ya a punto de dormir, oí un ruido. Me alerté, pues allí no es normal oír voces humanas a aquellas horas. De repente comenzó a sonar la campana de la iglesia. Me puse unos vaqueros, una camiseta mal puesta y una chaqueta de esquí y salí deprisa a ver qué sucedía. Había unos cuantos vecinos del pueblo y otros que habían venido de los alrededores, en la plaza. Iban con linternas, cuerdas y estaban bien equipados.

¿Qué sucede? Pregunté a un hombre al que conocía.

Parece ser que hay un oso merodeando por el cañal de abajo. No pasa nada, puedes ir a dormir tranquilo.

¡De verdad! ¡No me lo puedo creer! – Dije yo emocionado… aunque disimulando un poco, pues para los pastores no es una buena noticia que el oso se acerque por sus territorios.

¿Y lo habéis visto? – volví a preguntar.

Ahora venimos de allí, pero no hemos visto nada. Suponemos que al presentir a los hombres ha huido… bueno, creo que ya ha pasado todo. Vamos a descansar y mañana será otro día.

Buenas noches Xavier – le dije.

Buenas noches Santi, me alegra que hayas venido estos días por aquí, ya hablamos mañana.

Y así acabó mi primera noche de búsqueda.

Cuando menos te lo esperas, aparece una señal que dice que tu anhelo está cerca.

Aquella noche fui a dormir con una sonrisa interior, de aquellas que te hacen soñar inmensamente. Fue muy bello pensar que mientras yo dormía, él ya paseaba muy cerca, por los bosques donde yo ya soñaba.

(continuará…)

Para el viaje:

  • Para los seres humanos es importante tener la sensación de “llegar a casa”. Largo puede ser el camino, interesante, aburrido, corto, inesperado o programado, pero es bueno que acabe con la sensación de “haber llegado a casa”.
  • Que entre luz en casa, suele ser algo muy normal cuando uno tiene abiertas las ventanas. Si nos olvidamos de abrirlas, por muy reluciente que esté el sol, nuestra vida será oscura y tenebrosa. Ojalá sepamos estar atentos y acordarnos abrir todas las ventanas que podamos en nuestras vidas y podamos tener vidas cálidas y plenas de luz.
  • Un mapa es un buen sistema para emprender un camino. Procura tener mapas, objetivos, destinos que te apasionen. Prepáralos por la noche antes de ir dormir… suelen ser buenos momentos de recogimiento, de complicidad y cercanía; así podrás soñar con ellos y te prepararán para levantarte con energía, motivación y vitalidad y despertar al nuevo día. El sueño nos predispone…
  • Estate atento/a, pues en el momento más inesperado, cuando ya no esperabas nada, la noche estaba más cernida y el silencio más adormecido, aparece una nueva señal que te acerca más a tu anhelo y te dice que ya estás cerca.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies