Próxima estación: ¡Actúa!
¡Hola!
Esta última semana, vino un cliente a visitarme. Él vive a unos setecientos kilómetros de Barcelona.
Es una persona con con unas ansias de poder que no lo dejan vivir. La primera vez que hablamos por teléfono, me advirtió de lo poderoso que era, y de lo importante que era su círculo social. Era un señor influyente, pues pensaba que a través de la influencia podría comprar todo aquello que se le antojase.
Sin embargo, Luque, ya tiene cerca de los sesenta y cinco. Ha perdido a su mujer, que se dedicó a actividades más humanas y se separó de él. Ha perdido a sus hijos, pues ellos también creen y necesitan el poder y ahora ya menosprecian a su padre pues se les ha quedado pequeño y lo consideran un fracasado. Tiene amigos de conveniencia y algún que otro colega de copas. Se sentía enormemente solo…
– Señor Luque. – Le dije. – ¿Ha hecho alguna cosa estos años para poder mejorar su vida?
Luque, me sorprendió cuando me respondió:
– Santi, desde mi juventud, que cada año viajo hasta el norte, y subo a la montaña más alta de los Picos de Europa. Allí, abro uno de mis libros más queridos y leo en voz alta la Carta de los Derechos Humanos. En ellos he basado mi vida y quiero que resuene su eco por todas aquellas inmensas montañas…
Yo me quedé pensando en lo que me decía, cuando Luque, interrumpió mi silencio:
– ¿No te parece una buena práctica? ¿Porqué te has quedado tan pensativo? ¡Piensa que incluso ha habido años, que he subido con compañeros de trabajo, con amigos! ¡Incluso he subido con alguno de mis hijos!
De pronto, un silencio de espanto, le sobrecogió y miró al suelo asustado, a la vez que unos instantes más tarde añadía:
– Y a pesar de todo, no entiendo porqué la vida me ha ido tan mal. ¿Porqué me siento tan solo? ¿Por qué sigo teniendo la sensación de vacío y de angustia?
A lo que le pregunté:
– ¿Y este año, piensas ir de nuevo a cumplir tu promesa de lectura de principios a los Picos de Europa? – Le pregunté yo.
– Sí… el mes que viene. Pero esta vez pienso ir más lejos, pienso ir al Nepal. ¿Porqué lo preguntas? – Me dijo. A lo que le respondí:
– Considero que sin lugar a dudas, eres un gran lector. Sin embargo ¿Porqué este año no te quedas en tu casa y en vez de leer el Tratado de los Derechos Humanos no decides ponerlo en práctica?
– La cultura de la acumulación de poder suele llenarse la boca de principios éticos y de valores humanos que por principio nunca podrá practicar, pues el ansia de poder y la moral son incompatibles.
– Hay quien basa su vida en lecturas y palabras… y otros que la basan en su toma de decisiones y en sus hechos.
– Quizá ya ha llegado el tiempo de dejar de envolvernos en buenas palabras y en arriesgarse y llevarlas a la práctica. Quizá ha llegado el tiempo del despertar y arriesgarse a compartir más y mejor y a no permitir que a nadie se le reste dignidad.
– Quien resta dignidad a alguien, automáticamente la pierde con creces.
Santi