Llorar para vivir mejor
¿Quien no ha llorado alguna vez y los demás te han dicho “no llores”?
No hay forma más humana y más primigenia que comunicarse con el llanto. Con él nos igualamos a todos los seres humanos. Lloramos de alegría, de amor, de tristeza, de reconciliación, de reencuentro. Cuando la emoción nos embarga y nos anega los ojos con el brillo de las lágrimas, es imposible volver a mirar a esa persona sin quererla aún más.
Cualquier persona de cualquier raza o cultura ha llorado alguna vez, a pesar de que la posible represión cultural lo haya podido mutilar por el camino. El llanto y la emoción nos une transculturalmente y a través de las diferentes generaciones. Lloran los mayores, las madres y los hijos… lloramos todos y todos lo solemos esconder.
Ser seres “llorantes” nos hace más estúpidos ante la moda y sin embargo más inteligentes como personas. Quizás dejar de llorar o llorar a escondidas no responde más que a procesos de deshumanización típicos de nuestras épocas.
No llorar es una mutilación más de nuestro rico abanico de expresión y belleza.
Alguien me dijo en una ocasión que una risa se podía hacer sólo con la boca… pero que un llanto era la expresión más sincera y honesta de todo nuestro ser al mismo tiempo. La piel se nos eriza, nuestro rostro se compunge, nacen lágrimas de agua y sal en las ventanas de nuestro corazón y nuestro cuerpo entero se estremece. Llorar es un acto sagrado en el que todo nuestro cuerpo y ser se ponen de acuerdo y se unen en una sola y única expresión.
Llorar es conectar con uno mismo y conectar con el resto del mundo: se trata de un lenguaje universal.
No hay que confundir el llanto natural con el llanto patológico. El llanto patológico es aquel que nos ahonda en la pena, el que irrumpe por no haber brotado antes, el que nubla nuestros ojos ante la evidencia. Sin embargo el llanto que cura es aquel que nos conmueve y nos hace vibrar, nos acerca a nosotros mismos y nos dibuja como seres maravillosamente tiernos, transparentes y bondadosos… ante cualquier situación.
Llorar al lado de alguien nos permite secar las lágrimas de otro, abrazar el cuerpo que tiembla, besar los labios sufridos y reconocer en el otro la esperanza de un mañana lleno de nuevos amaneceres.
Llorar ayuda a vaciar y es el paso previo al diálogo y al entendimiento. LLorar aumenta la creatividad y rejuvenece el cuerpo y el alma. El llanto es una bella canción de voces musicadas, interpretadas por las emociones que nos embargan y nos transportan por las veredas del perdón, de la alegría, a veces dolor…
Ojala siempre tengamos a alguien que llore a nuestro lado y que nos consuele y comparta las alegrías mojadas en lágrimas y los besos bañados en sal líquida y no nos prohíba llorar y nos permita seguir cantando al mundo nuestra siempre canción de amor.
Ojala tengamos un público de calidad que nos acoja nuestro nuestro llanto, cantado y danzado, para ser contemplado, reconfortado y ayudado: una magnífica obra de arte que anuncia la transición hacia el cambio y la transformación personal.
Sienta tan bien, que hasta la piel queda más tersa, suave y bella. Llorar amansa a la fiera que llevamos dentro, tranquiliza, reconcilia y despierta las conciencias. Nos reduce el estrés, aumenta la empatía y regala asertividad. Nos hace más amigos y mejores amantes y nos riega con aguas de comprensión. Llorar acompañado/a, nos ayuda a continuar siendo mejores y más personas.
Después de la lluvia siempre sale el sol… ¿porqué no lloramos más y nos reprimimos menos? ¿Por qué no dejamos que suceda? ¿Tan grave es quitar de la vista de todos a alguien que llora para arrinconarlo en un baño o un pasillo o en su habitación?
Seguramente habría menos conflictos si en lugar de reprimir el llanto lo dejásemos fluir. Seguramente habría más comprensión y más paz si comprendiésemos que llorar es el necesario y bello canto del oprimido que pide ser liberado para reencontrarse a sí misma y reunirse nuevamente con nosotros.
La cultura del llanto nos acerca y nos hace más felices y amorosos. El llanto es una expresión de música y danza en la que nuestro cuerpo se manifiesta ancestralmente y nos conduce por el camino de la comprensión y la paz. Nos conecta con lo humano y con lo trascendente. Reconcilia el dolor y aumenta la alegría.
No mutiles tu llanto: deja que te haga vibrar. ¿Quién no ha mirado a su amada o a sus hijos, amigos o incluso desconocidos con los ojos húmedos de emoción? ¿Quién no ha llorado de ternura al ver aquél gesto que lo conmovió? ¿Os imagináis un mundo donde emocionarse pudiese ser algo tan sencillo como habitual? Sobrarían tantas palabras, ¿verdad? Sería tan fácil entenderse…
Recuerdo que un día por la mañana, cuando desperté al lado de la persona que tanto amaba, que la descubrí, escondida entre las sábanas, mirándome con sus bellísimos ojos derramados en agua y sal… Me decían tanto que no pude dejar de mirarlos y rebosar los míos igual.
Desde entonces, cada mañana nos recibíamos mirándonos desde la emoción y el silencio, dejando que el brillo de nuestras miradas nos contemplase diciendo todo aquello que las palabras nunca pudieron imaginar.
Aquellos ojos que me miraban llenísimos de amor, me inundaron la vida de amaneceres y de mares repletos de perlas saladas, de abrazos estremecidos, de besados labios temblorosos, de susurradas canciones de amor cantadas por bellas lágrimas, que se asomaban emocionadas a las ventanas de su corazón, cada mañana…
Qué paisaje tan bello de luz, color, agua y sal… al despertar.
2 comentarios en “Llorar para vivir mejor”
Santi, com bon hereu de dolçor i tendresa (que simplement entregues) i de bondat (reflexada a la teva mirada). Altra vegada amb la teva sencillesa, amb les teves frases tan ben escollides, parlant directament al meu cor, m’has tornat a fer vibrar.
Agraeïxo profundament que hagis volgut transmetre tots els teus coneixements i experiències amb tots nosaltres. Gràcies.
«Llorar para vivir mejor», m’ha encantat!
m’ha agradat molt, com tots els teus escrits.
dono gràcies per poder gaudir de les teves paraules, reflexions, escrits, companyia i ajuda.
moltíssimes gràcies.