En busca del Oso – Capítulo Final: «Un desayuno de pan con tomate»

Quien no ha cargado tantas veces con su tedioso miedo a sus espaldas y no hemos sido capaces de ponerlo a nuestro a lado para caminar juntos…

Y la mañana llegó, y con ella el despertar. La voz de un humano me acabó de levantar de mi lecho de hojarasca. Era un guarda forestal.

Enseguida me incorporé y me presenté. Me preguntó si me encontraba bien. A lo que yo le respondí muy afirmativamente.

Enseguida noté una ausencia. Por más que busqué, mi amigo miedo no estaba: se había ido. Creo que se fue de madrugada, justo al salir el sol. De hecho, creo que en el momento en que lo dejé tranquilo a mi lado, creyó que ya no tenía sentido continuar conmigo.

La verdad es que me apenó mucho no poder darle los buenos días. ¡Tenía tantas preguntas que hacerle! Espero volver a encontrarlo y continuar la amistad que comenzamos la noche anterior. Espero que no ande lejos, que no ande perdido, que tenga ganas de volver a hablarme de tú a tú. Él sabe que ya no podrá mirarme más por encima del hombro. Ahora nos podemos mirar a los ojos y contarnos qué pasó, cómo fue, quiénes somos él y yo y de dónde venimos. La verdad es que me sentí un poco solo sin él… Mi compañero de viaje de tantos años, que tanto me había subyugado y que ahora nos habíamos dado la mano, me había dejado.

Mientras caminábamos hacia la civilización, le pregunté al guarda forestal (que por cierto se llamaba Nico), como se llamaba el lugar donde me encontró. Él me comentó que justo el enclave donde pasé la noche se llamaba “La veu de l’abisme”, en recuerdo a las águilas que gritan cuando pasan por allí, pues anidan justo encima del acantilado.

Me gustó el nombre. Pensé anotarlo en mi cuaderno. También le pregunté por mi otro amigo, el ya olvidado plantígrado, al que no había conseguido ver. A lo que me respondió que podía ir tranquilo, justamente por aquella zona no había osos, pues hacía meses que lo tenían localizado a muchos kilómetros de allí.

Al llegar al refugio, me acerqué a la chimenea y pedí a la chica de la barra un buen colacao caliente y pan con tomate con un queso exquisito de montaña… ¡Ni te cuento cómo estaba el tema gastronómico! (por no comentar otros temas…) Qué bueno sabe todo cuando el paisaje es tan bello y cuando el paisaje del pasado lo ha sido más.

Yo ya estaba pensando en la vuelta, pues era domingo y el lunes debía estar en Barcelona para ir al trabajo. Qué lejos me quedaba mi quehacer habitual después de aquella preciosa experiencia que aquella tierra me había ofrecido.

Cuando acabé de almorzar y justo estaba para marchar, entró un pastor dispuesto a tomar algo. Nos saludó, y entre un malhumor y un hacerse de rogar, nos dijo apesadumbrado:

–    Esta noche… El oso ha rondado por este valle.
–    ¿Lo has visto? – Dijo alterado Nico. – No puede ser, lo tenemos ubicado muy lejos de aquí. Hace muchos meses que no merodea por estos valles…

A lo que el pastor añadió:

– Mira joven, vengo justo del lugar donde el oso ha dormido esta noche. Llevo siguiendo su rastro desde hace días.

– ¿Donde dice usted que ha pasado el Oso la noche? – Preguntó Nico.

A lo que el anciano pastor dijo:

–    Justo debajo del acantilado de las águilas: en “la veu de l’abisme”. Allí tenía su lecho acomodado entre ramas y hojas. Justo entre dos rocas gigantes. Allí ha pasado la noche.

Sin levantar la mirada de la mesa y sin decir ni una sola palabra, una sonrisa interior me desdibujó el alma y me sangró de emoción.

Mi anhelo me había querido encontrar…

Fin.

  • Nada es tan distante ni tan cercano, más allá de nuestras creencias: Tan lejos y tan cerca a la vez.
  • Mi amigo, el oso, me enseñó que él no era el rei de la montaña, sino que pertenecía a ella y para ella vivía. Él, el más grande y poderoso, era su servidor. Ojalá los seres humanos nos creyésemos menos dueños y tuviésemos más sentido de pertenencia. Seguramente tendríamos más autoestima y menos ego: más estima y menos miedo. Ojalá fuésemos más servidores…
  • Me enseñó que encontrar es más importante que buscar.
  • Que quien acoge encuentra.
  • Que “estar” supone reducir el miedo al otro y permite que ese otro pueda abrir los ojos a la belleza que le rodea.
  • Que no eres tú quien lo puede encontrar sino que él se manifiesta cuando estás preparado para no depender de él.
  • Que el liderazgo siempre es una actitud de servicio, nunca de dominación. La dominación es «baja autoestima».
  • Que la máxima fuerza se muestra desde la aceptación que él me prestó.
  • Que la cercanía es más sutil y poderosa que la distancia.
  • Que su cercanía me hizo amigo de mi miedo y me dejó dormir en paz y a su lado.
  • Que acercarse a alguien es un arte que transforma… a mí me transformó.
  • Que «estar» no siempre es ver, pero siempre es sentir.

¡Gracias Amigo!  No lo olvidaré…

1 comentario en “En busca del Oso – Capítulo Final: «Un desayuno de pan con tomate»”

  1. Cristina says: -#1

    ¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
    que uno tiene que buscarlo y dárselo..
    que nadie establece normas, salvo la vida..
    que la vida sin ciertas normas, pierde formas..
    que la forma, no se pierde con abrirnos..
    que abrirnos no es amar indiscriminadamente..
    que no está prohibido amar..
    que tambien se puede odiar..
    que el odio y el amor son afectos..
    que la agresión porque sí, duele mucho..
    que las heridas se cierran..
    que las puertas no deben cerrarse..
    que la mayor puerta es el afecto..
    que los afectos, nos definen..
    que definirse, no es remar contra la corriente..
    que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja..
    que buscar un equilibrio no implica ser tibio..
    que negar palabras, es abrir distancias..
    que encontrarse es muy hermoso..
    que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida..
    que la vida parte del sexo..
    que el por qué de los niños, tiene su por qué..
    que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad..
    que saber todo de todos, es curiosidad malsana..
    que nunca está de más agradecer..
    que autodeterminación no es hacer las cosas solo..
    que nadie quiere estar solo..
    que para no estar solo hay que dar..
    que para dar, debemos recibir antes..
    que para que nos den tambien hay que saber pedir..
    que saber pedir no es regalarse..
    que regalarse en definitiva no es quererse..
    que para que nos quieran, debemos demostrar qué somos..
    que para que alguien sea, hay que ayudarlo..
    que ayudar es poder alentar y apoyar..
    que adular no es apoyar..
    que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara..
    que las cosas cara a cara son honestas..
    que nadie es honesto porque no robe..
    que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo..
    que para sentir la vida hay que olvidarse de que existe la muerte..
    que se puede estar muerto en vida..
    que se siente con el cuerpo y la mente..
    que con los oidos se escucha..
    que cuesta ser sensible y no herirse..
    que herirse no es desangrarse..
    que para no ser heridos levantamos muros..
    que sería mejor construir puentes..
    que sobre ellos se va a la otra orilla y nadie vuelve..
    que volver no implica retroceder..
    que retroceder tambien puede ser avanzar..
    que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol..
    ¿cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

    Mario Benedetti

    ¿Y cómo hacerte saber que he disfrutado muchísimo con tus cartas, tus osos, tus bosques y tu pan con tomate, que es mi vicio? (además del chocolate)

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies