Tendremos que calmar el alma
Cuando ya no nos quede más ánimo que nos mueva.
Cuando ya no hayan montañas para subir que nos motiven.
Cuando «llorar sin saber porqué», sea más habitual que reír sin poder controlar.
Cuando ya no hayan más que reproches y sinsabores en tu día a día…
Tendremos que calmar el alma.
Porque quizás la calma nos reanuda.
Porque nos da descanso.
Porque es más natural y más humana.
Porque nos permite mirarnos con sinceridad.
Porque calmados nos acercamos y veloces nos distanciamos.
Porque cerca de nuestra persona amada sentimos que el tiempo también se calma y no pasa.
Porque las heridas son de rápidas hemorragias y se curan con el tranquilo perdón y «despacias» miradas.
Tendremos que dar calma a quien sufre, a quien pena, a quien corre a la desesperada…
Sólo está en tu mano tranquilizar, y quien calma es calmado… Ese es el trato.
Si el sinsentido es demasiado habitual en tus mañanas,
si la noche pasa con más duelo que alegrías,
si no hay quien te cuide de verdad, quien te mime a tus espaldas,
si tus rutinas son más grises que azules…
Tendremos que calmar el alma.
Que sea esa nuestra labor primera.
Que quien pase a nuestro lado nos preste paz.
Y que quien nos acompañe se lleve un vaso de tranquilidad.
Reconozcamos a quien vive cerca nuestro y a quien vive lejos.
Deja el miedo y ponte el sombrero de la estima.
Tendremos que reconocer nuestro pasado y amar nuestra historia sea cual sea.
Porque somos el fruto de nuestro pretérito y tendremos que ofrecer perdón y ser perdonados.
Y te lo aseguro: sirve y humildea y tú serás calma.
Respetemos a quien nos dedica una mirada y a quien ni nos mira.
Tranquiliza, comprende y estímate, y serás calmado y calmada.
Espíritu tranquilo y vidas serenas: curar, reconocer y llorar, nos calma y nos alegra el alma.
3 comentarios en “Tendremos que calmar el alma”
Santi, qué bonito una vez más. El alma en calma….ese alma que tan sólo se calma con el servicio incondicional, que no tiene nada que ver con servidumbre, sino con gratuidad, corazón, calor, disponibilidad. Que tampoco es lo mismo que dedicarse a “hacer favores” friamente a quien los pida para acallar la conciencia. Darse uno mismo es amar. Y amar es saber contagiar las ganas de vivir, sentir la vida dentro de uno mismo, ser descanso reparador, conversación enriquecedora, una luz que apacigua en la oscuridad, ser brisa fresca en un momento agotador.
El alma en calma, una calma que llega cuando uno camina por su senderito llenándose de cada detalle que lo adorna, de cada flor que crece en sus orillas, de cada piedra que obstaculiza el paso, de las vistas que maravillosas se atisban desde el, cuesta arriba ahora y cuesta abajo después, fatigado, descansado, pero siempre adelante, superando los propios límites, las propias fuerzas, los logros pasados, porque…no ha sido hecho el manantial para quedar perdido en una charca.
Desde la hermosa calma de este otoño precioso,
Cristina
Hola Santi, que bonito.
Ojalá fuéramos lo suficientemente conscientes de lo importante que es parar nuestras mentes, parar el pensamiento incesante, y bajar el ritmo de esta acelerada vida que llevamos para poder darnos el regalo de “calmar el alma” o por lo menos hacer el intento de llegar a ella.
Sabes, en los últimos meses en mi familia han nacido tres bebes preciosos, y al cogerlos en brazos te trasmiten una paz y tranquilidad que les sale del alma limpia y pura que tienen, y piensas que seria maravilloso vivir siempre en ese estado.
Muy bonito tu escrito,
Muchas gracias,
Un abrazo.
Al leer tus mensajes me llegó a lo más profundo de mi alma, pues está escrito exactamente con las palabras que describen lo que estoy viviendo en estos momentos. No te imaginas cuanto necesito calmar mi alma, pero más que todo, necesito saber que estoy viva, que todavía estoy viva. Gracias por tus mensajes.