El sonido de un abrazo

¿Has oído alguna vez el sonido de un abrazo?

Una imagen tan bella como el enredarse y confundirse con otra persona emite una melodía: una banda sonora increíble que acompaña tan precioso instante. Te lo aseguro: un abrazo suena, sutil, pero suena. No todo lo que no oyes, no es porque no suene, sino simplemente porque no lo oyes.

Todo tiene un sonido: una mirada, una naranja, un “te quiero”, un refresco o el cerrar y abrir de una puerta.

Percibir la realidad desde sentidos diferentes a los que solemos utilizar, nos hace más conscientes y nos permite disfrutar más: nos conecta con la vida y con nosotros mismos; reduce el conflicto y el estrés, y aumenta la paz interior.

Todo nos habla musitadamente con una hermosa canción: un beso, un andar, un verano, un ticket de metro o una taza de té.

Escuchar a aquello que nadie escucha lo dignifica y lo revaloriza. Dar reconocimiento a lo silenciado te hace ser más libre y más cómplice de la vida.

Cuando esto sucede, percibimos más coherencia y más sentido, más autenticidad y sinceridad: vemos más amigos y menos problemas.

Aquello que se toca también se puede oír. Tocar sin oír es como quitar la música y la voz a una película: es como ver como alguien toca una guitarra pero sin poderla oír. Prescindir de lo que se oye nos aleja de la historia de la cual somos protagonistas, nos desorienta y nos muere.

Acostúmbrate a escuchar los instantes, lo que no se oye, lo que aparentemente solo se ve o solo se toca. Presta atención cuando te despiertes, cuando vayas a dormir, cuando vayas a hacer el amor. El mundo se manifiesta en cada detalle y te canta una delicada canción. No te la pierdas: no ensordezcas. El mundo musita para ti.

Ningún abrazo suena igual: la canción de amor que produce el abrazo de la persona que amas, el de la alegre melodía que canta el del saludo, el susurro más íntimo del más amoroso y tierno, el que llora en la despedida o el que anuncia la esperanza de una nueva relación: Tantas canciones para tantos abrazos.

¿Cómo te vas a perder tan espléndida melodía? Guarda silencio en tu interior y podrás escuchar el rezo cantado de nuestro cuerpo al fundirse con el otro. Silénciate y escucharás la bruma sonora de cada gesto, de cada instante.

Estate atenta, pues está sonando para ti una bella melodía en cada tacto. Escúchala y abrirás los ojos a la hermosa creación que te envuelve, a otro mundo paralelo que musita dulce y hermoso para ti. Serás feliz y la vida te parecerá una constante y siempre bella canción de amor.

Un abrazo:

  • Provoca silencios. Provocar más silencios en tu día a día, hace que tu oído pueda reeducarse y acostumbrarse a oír aquello que ahora no oye.
  • Intenta acariciar sutilmente aquello que ves, aquello con lo que trabajas, aquello que haces… acariciar no es igual que tocar. En la caricia está la comprensión y el sentido. Verás como a través del tacto acariciado discretamente por la curiosidad y el cariño, se abren ante ti una infinidad de sensaciones que te permitirán tener más conciencia de todo lo que haces, de aquello que te rodea y que a veces te parece rutina. La caricia a lo cotidiano te accede al placer y a la paz contigo y con lo que te rodea.
  • Acaricia los ingredientes con los que vas a preparar la comida, tus sábanas que te dormirán, las plantas que adornan tu jardín, el lápiz antes de escribir, la llave que te va a abrir una puerta, la ropa que te va proteger, o el interruptor que te va a dar luz. Cuando acaricies sé consciente de ello y acércate a su realidad. Agradece como todos los detalles que te rodean te hacen más fácil y agradable la vida.
  • Sé cercana y acaricia a las personas que estimas. Da más abrazos, ten más miradas y escucha lo que nadie oye.
  • Da más abrazos, intercambia más miradas y escucha lo que nadie oye. Coge las manos de tus amigos con más asiduidad. Acaricia los rostros de los niños. Besa más a tus mayores. Da más besos y detente en ellos un poco más: escucha su canción. Accederás a una realidad inmensa que te llenará y en la que te sobrarán las palabras para expresar tantas bellas sensaciones. Todo tendrá más sentido, menos penas y más alegrías.

Fotografía de Cristina. (Valle de Estós, Huesca)

Texto de Santi López-Villa
Publicado en la Revista ‘Mente Sana’, nº 41, Octubre-Noviembre de 2008.

1 comentario en “El sonido de un abrazo”

  1. Cristina says: -#1

    Santi, tienes mucha razón. El ruido nos hace incapaces sobretodo de escucharnos a nosotros mismos. Ya no el ruido exterior, que tambien, fundamentalmente es el ruido interior el que no deja que se escuche la verdadera voz que nos habla en lo más íntimo de nuestro ser. Debemos de hacer silencio interior. Dejar en paz al alma, aunque sea diez minutos al día. Estos días he pasado muchos ratos paseando mientras nevaba, es curioso que la nieve no suena al caer, o si acaso se escucha un suave roce al llegar a la superficie…en medio de ese silencio, te escuchado a tí (al que por cierto no podía oir..), hablando de amor, de paz, de alegría y de sonrisas.
    Es necesario hacer silencio para oir las voces que nos hacen bien.
    Hasta el cuello de nieve,
    Cristina

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